Salta

12/12/2022

Cuando todo parecía mejorar, no pudo soportar el abandono

Este fin de semana falleció Zaira, la niña wichi que vivió lo peor de la ausencia del Estado.

Zaira tuvo una vida corta y difícil. La abandonó su padre luego de que su madre muriera a causa de un cáncer en 2019, quedando a cargo de sus abuelos quienes no tuvieron ayuda del Estado para llevar el caso. Ella dejó de comer por depresión y, a pesar de que presumen que en las comunidades llegan controles de peso y talla, asistentes sociales y demás, a Zaira nunca llegaron hasta que no llegaron los medios.

Toda la familia es parte de la comunidad wichí, donde se sabe que los recursos no son los suficientes. Nunca lo fueron y nunca un gobierno provincial mostró interés en solucionarlo o siquiera buscar una solución posible. Hasta que no se dio una oleada de muertes de niños y niñas de comunidades que se conoció a nivel nacional, al gobierno no le hizo ruido. 

Al indagar un poco salió a la luz el caso de Zaira, que con 12 años no pasaba los 15 kilos, había perdido la vista y la posibilidad de hablar por el grado de desnutrición. Vivía en una habitación que se caía a pedazos. Diana Ferreyra, una amiga de la familia, se puso la causa al hombro apenas vio la oportunidad de alzar la voz por la violencia sistemática que estaba matando a Zaira.

Todo parecía mejorar al conseguir el ojo de las cámaras, porque apareció también el Estado. “Arreglaron” su habitación mientras ella estuvo internada en el Hospital Materno Infantil de la capital salteña, porque en el norte de la provincia las instituciones de salud se caen a pedazos. Ahí estuvo durante meses e incluso logró que le den el alta para volver con su familia. Pero su cuerpito, con la piel finita como papel y los huesos delineados en este, no aguantó. 

Un día Zaira perdió a su mamá y decidió no comer. Un día, ayer, Zaira se fue a dormir y ya no despertó. Y no podemos sorprendernos de algo que pasa todos los días en un lugar que es tierra de nadie, que el Estado deja a su suerte a toda una población, sin importar su edad o nivel de instrucción. 


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