Opinión

5/12/2023

Hasta donde llegan los discursos de odio

Acosan y culpan por los niveles de pobreza a un tipo que nunca ocupó un cargo público.

Parecía ser, hasta hace algún tiempo al menos, un consenso social que no perseguimos a la gente por su ideología. O que no perseguimos y acosamos a la gente y punto porque es humana y está mal. Pero los discursos de odio van abriendo el boquete más y más para llegar a las acciones como esta: un tipo (parece ser un adulto) se cree “piola” por arruinarle una merienda a Grabois con su padre, que es un hombre mayor y no tiene motivo para soportar los arranques ajenos.

Grabois, un tipo que si bien siempre estuvo en política, jamás ocupó un cargo público. Nunca le dieron un ministerio, nunca fue diputado, ni senador. Sin embargo, aunque haya trabajado desde las orillas para combatir injusticias (a su forma, que no tiene por qué coincidir con lo que vos consideres correcto) lo culpan de la pobreza. ¿Qué habrán hecho quienes lo persiguen por las personas en situación de pobreza? Porque donar una bolsa de remeras con los sobacos amarillos dos veces al año no creo que cambie los porcentajes del INDEC ni por una centesima.

Y probablemente si consideras que acosar está bien, no tengas ni idea que hizo Grabois y por qué se lo conoce además del cartel que le pusieron los medios derechistas de “tomador de tierras”. Juan Grabois creó el Movimiento de Trabajadores Excluidos, generó un espacio para cada laburante que no tiene quien lo defienda de nada porque no es reconocido como tal. Recicladores, vendedores ambulantes, costureros, pequeños agricultores, pueblos originarios, obreros de empresas recuperadas, personas que salieron de la cárcel, mujeres que realizan tareas de cuidado y sostienen espacios comunitarios, entre otros, comenzaron a ser tenidos en cuenta a la hora de legislar. Si, no hace falta estar dentro de una Cámara para tomar estas luchas.

Te dicen que cada quien con su plata hace lo que quiere, que nadie puede controlar eso. Pero después acosan a un abogado, docente y dirigente social por tomarse un café de mil pesos y, si bien la mayoría los repudia por cobardes -incluso desde su propio movimiento-, hay quienes se lo festejan. Y no es la primera vez, sino que pareciera que de apoco se convierte en una moda cruzarse a Juan Grabois y violentarlo, como ya sucedió en el aeropuerto semanas atrás. Ante las conductas antidemocráticas a las que le dijimos Nunca Más no hay que tener miedo a ser policías de la moral y decir “esto está mal”.


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